Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

El año pasado por estas fechas, cuando llegó diciembre y abrieron el Parque de la Navidad en los Bermejales. Coincidió con que Lucy cambió de trabajo y estuvo de monitora en la pista de patinaje del parque. Una de las mañanas fuimos invitados al uso de dicha pista en horario de baja afluencia y allí que nos encajamos con los niños y por supuesto con Mandarina que no se quiso quedar detrás y que además iba estrenando un nuevo conjunto de lana merina en azul cobalto. 

Mandarina y un día en el parque de Navidad.


Mandarina y un día en el parque de Navidad.Mandarina y un día en el parque de Navidad.

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Durante el trayecto en coche (imágenes de arriba) Mandarina estuvo muy inquieta. Primero porque se quiso ir el otro coche con los niños, pero como es tan protestona no la dejé no fuese a ser que la liara. Como cuando nos bajamos en los aparcamientos y quería que Lucy la llevase a cucu como algunos de los papás que llevaban a sus niñas. A veces Mandarina no se da cuenta de que no es una niña, sino una muñeca y que el mundo que la rodea no está preparado para ciertas cosas. Pese a que yo paso de opiniones ajenas y la suelo llevar a muchas actividades familiares o propias. 


Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Al llegar a la atracción a Mandarina le gustó una pista de patinaje musical que había en el mostrador y quiso que le sacara una foto allí. Aunque esa sólo fue la primera petición, porque al llegar al mostrador donde se pedían los patines se volvió loca con el decorado y quería fotografiarse en todos lados. 


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Cuando vió a Papá Noel fue muy graciosa, no se le ocurrió otra que tirarle de barba para llamar su atención y al final terminó como cualquier otro niño contándole sus peticiones y como se había portado. Pero no creas que ahí quedó la cosa, no, Mandarina tenía que hacerse todo el reportaje fotográfico con el resto de fornituras navidades. Primero quiso comprobar su tamaño junto a la ardilla, y viendo que no era un inconveniente ser tan pequeñaja, quiso continuar con el oso polar

Mandarina y un día en el parque de Navidad.Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Mandarina, no le hagas eso al oso polar que suelen tener mal carácter y se puede enfadar si le tiras de la pata. Por suerte lo de los osos polares debe ser otra leyenda urbana, porque éste fue muy amable y no dudo en posar junto a Mandarina. Que en cuanto descubrió que había un pequeño reno quiso probar a ver si la dejaba subir a su lomo. Y sí, lo consiguió, no preguntes qué fue lo que le dijo, la cuestión es que un momento después de acercarse a él, me estaba pidiendo que la ayudara a subir. Más tarde cuando le pregunté cómo lo había logrado convencer para montarlo, me dijo que era un secreto entre ambos, pero que no me lo podía decir... aunque estuvo canturreando una canción que hacia referencia a los terneros de Brioso (Dasher) yo no quise volver a preguntar... 😏😄.

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

La revolución llegó cuando mi hermana apareció con su prole, mis cuatro sobrinos: Dani, Carol, cayetana y Sacramento. Venían con gorros navideños y muy metidos en el papel de la fechas. Tanto que hasta a mi me tocó meter como pude la cabeza en uno de los gorros y cantar algún villancico de coña.  Lo de meter la cabeza tuvo su aquel, en parte porque soy algo cabezona y en otra porque los gorros eran para niños y cabezas pequeñas. No obstante, de alguien le tenía que llegar la testarudez a Mandarina, jejeje...




Como dice mi hermana " tú eres la lista y yo la guapa" así que la lista cabezota consiguió meter su talento dentro del gorro navideño... 😎😄😄


Mandarina y un día en el parque de Navidad.Mandarina y un día en el parque de Navidad.


Lucy fue muy profesional y atendió igual de bien a sus primos que al resto de usuarios que había en pista. El problema llegó cuando Mandarina quiso también unos patines y no entendía que para ella no había número porque sus piececillos son muy pequeños. 

Mandarina y un día en el parque de Navidad.
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Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Cuando vio a sus primos patinar se cogió un berrinche terrible. Por suerte y porque la conozco muy bien, ya iba preparada y le había comprado unos pequeños patines sin decirle nada.  Cuando se calmó fue el momento de darle la sorpresa, como premio por saber comportarse y no seguir en su rabieta. 

Mandarina y un día en el parque de Navidad.Mandarina y un día en el parque de Navidad.

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Como un cohete que salió disparada en cuanto se puso los patines, con una habilidad sobrenatural que solo tienen las mejores muñecas patinadoras. Tan rápida salió que no escuchó que le decía que tuviese cuidado, porque al ser tan pequeña, alguien la podía pisar. Solo la detuvo el obstáculo que le supuso los improvisados escalones de palet que había para subir a la pista.  "Mamá corre, corre, súbeme que se me pasa el tiempo" me gritó inquieta. La ayudé a llegar hasta Lucy y una vez dentro de la pista se puso a patinar detrás de Cayetana que también iba por libre. 

Mandarina y un día en el parque de Navidad.Mandarina y un día en el parque de Navidad.

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

La mañana se convirtió en tarde y terminamos merendando en un bar del centro, que por entonces aun ni me imaginaba que terminaría siendo el próximo trabajo de Lucy. 

Pero esa es ya otra historia porque a Mandarina le encanta ir a visitar a Lucy a su trabajo, aunque a esta última no le haga tanta gracia...

Mandarina y un día en el parque de Navidad.

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